En 1911 el joven físico danés Niels Bohr se había desplazado a
Inglaterra como investigador visitante, incorporándose finalmente al equipo de
Rutherford, en donde tuvo oportunidad de estudiar de cerca el modelo atómico
planetario. Sólo unos años más tarde Bohr propondría un nuevo modelo que
permitía superar las dificultades del anterior y explicaba, con una excelente
precisión, el origen de los espectros atómicos y sus características.
Por aquel entonces los trabajos de Planck y de Einstein, habían
introducido en la física la idea de cuantificación. En los fenómenos
relacionados con la absorción o la emisión de radiación por la materia la
energía variaba de una forma discontinua, como a «saltos» o cuantos. Bohr fue capaz de efectuar la
síntesis de ambos esquemas, el modelo planetario de Rutherford y la
cuantificación de la energía de Planck-Einstein, construyendo de este modo su
teoría del átomo.
Las siguientes ideas fundamentales describen lo esencial de este
modelo atómico y se conocen como postulados
de Bohr:
1. Las órbitas que describen los electrones en torno al núcleo
son estacionarias, es decir, el electrón gira en ellas sin emitir ni absorber
energía. A cada órbita le corresponde por tanto una energía definida e igual a
la que posee el electrón cuando está en ella.
2. La emisión o la absorción de radiación por un átomo va
acompañada de saltos electrónicos de una órbita a otra de diferente energía. La
radiación emitida o absorbida tiene una frecuencia
tal que verifica la ecuación:
tal que verifica la ecuación:
E2 - E1 = h
donde E2 y E1 representan las energías
correspondientes a las órbitas entre las cuales se produce la transición,
siendoh la constante de
Planck.
Como se pone de manifiesto en los anteriores postulados, Bohr
admite la utilidad de la física clásica para explicar algunos aspectos de su
modelo y a la vez la rechaza para explicar otros. El problema de la inestabilidad
del átomo planteado con anterioridad para el modelo planetario de Rutherford,
lo resuelve Bohr imponiendo el carácter estacionario de las órbitas, lo cual
equivale a negar, en ese punto, la validez de la física clásica y aceptar la
idea de cuantificación.
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